Es paciente de la Liga y no solo tiene un corazón bondadoso sino también una salud envidiable a sus 92 años.
Álvaro Torres es un reconocido escultor del barrio La Candelaria y a su edad goza de un admirable estado de salud. Lee sin gafas, hace ejercicio, no usa bastón y además sigue trabajando activamente.
Según él, la fórmula para tener una buena condición física se la atribuye a
los hábitos que aprendió desde su infancia.
Recuerda que desde niño en San Gil (Santander) le enseñaron a sembrar. “Cultivábamos todos nuestros alimentos, la zanahoria, la lechuga, la remolacha, la cebolla y nos las comíamos porque eso nos hacía crecer fuertes y sanos”.
Además, en su juventud fue un gran nadador. Creció a orillas del río Fonce en donde se metía a cazar truchas, a jugar con sus amigos y a sentarse debajo de los árboles frutales a comer guayabas y manzanas.
Fue disciplinado porque en el Ejército le enseñaron rutinas y valores que aún conserva. “El ejercicio y la ensalada eran obligatorios y me iba bien con los dos, se me hacía fácil comerlas porque me gustaban
desde pequeño”.
Su vida transcurrió como escultor y restaurador de madera en el centro de Bogotá. “He hecho cantidades de restauraciones y he recibido reconocimientos y la fortuna de conocer a grandes personajes de la historia del país”.
Además, desde hace más de 20 años, tiene junto con su familia, una fundación que ayuda a los niños de
la calle. ‘Ponte en mi lugar’, un refugio que brinda apoyo a niños y adolescentes que viven en condi-
ciones de extrema pobreza en Bogotá.
Su buen corazón y la capacidad que tiene para ayudar a los más necesitados también
ha sido un factor que, sin duda, le ha alargado la vida. Según su hija, Lena Torres, es un hombre valeroso y lleno de amor para dar a los demás.
A la Liga acude desde hace 8 años. Llegó por una arritmia cardíaca, pero con medicamento y buenos hábitos tiene su corazón bajo control. Dice que le gusta asistir con juicio porque se siente bien atendido y los médicos son bondadosos, humanos y respetuosos.
El mejor consejo que le puede dar las nuevas generaciones es el de aprender a querer a las personas, porque el malestar y la rabia no producen nada bueno, incluso dañan el corazón. “Siempre debemos
tenerlo lleno de respeto y cariño hacia los demás”, concluye.
“La fórmula para tener una buena salud ha sido la alimentación y ser una persona bondadosa”.