El salmón y el atún son fuente de proteínas, ácidos grasos (Omega-3), vitaminas y minerales. Durante la Semana Santa evitamos consumir carnes rojas por tradición, y la opción es elegir los pescados, fuentes de proteínas, ácidos grasos (omega-3), vitaminas B12, B6 y minerales como el selenio, el magnesio y calcio.
La Organización Mundial de la Salud informa que el omega-3 es esencial para gozar de una buena salud y que el organismo humano no puede producirlos por sí solo, por lo que se aconseja ingerir en cantidades suficientes.
La cantidad recomendable de omega-3 varía entre 2 y 3 gramos semanales, es decir, de una a tres porciones.
Comer pescado: la opinión de los expertos
Según la Liga Colombiana contra el Infarto y la Hipertensión, “el consumo de salmón es aconsejable para pacientes con problemas de corazón, así como para mujeres embarazadas, en periodo de lactancia y durante la infancia debido a su contenido en grasas poliinsaturadas”.
Para el doctor Luis Moya Jiménez, presidente de la Liga y autor del libro Consejos para controlar la hipertensión, “el pescado fortalece los músculos, baja la presión sanguínea e incluso ayuda a prevenir el endurecimiento de las arterias, hecho que reduce las probabilidades de sufrir un ataque al corazón. Adicionalmente, el salmón reduce el colesterol malo, y eleva el nivel de colesterol bueno (HDL)”.
Hay que tener en cuenta que el valor nutritivo del pescado se encuentra fundamentalmente en su carne, que aporta proteínas de alta calidad, grasas y vitaminas.
Ojo con la piel porque no aporta nutrientes y puede contener contaminantes nocivos para la salud por lo que es mejor desecharla.
El salmón: conoce sus componentes
El salmón es un alimento rico en vitamina D y vitamina B6. La cantidad de vitamina B6 que tiene es de 0,73 mg por cada 100 g. Con una cantidad de 13,17 mg por cada 100 gramos, el salmón también es uno de los alimentos con más vitamina B3.
A la hora de almentarte, ten en cuenta estos consejos
1. Dile “sí” a los alimentos bajos en grasas, como granos integrales, frutas y verduras.
2. Evita o reduce los alimentos que sean ricos en grasa saturada: yemas del huevo, quesos duros, leche entera, crema de leche, helado, mantequilla y carnes grasosas.
3. Consume alimentos de proteína magra, como soya, pescado, pollo sin piel, carne magra y productos lácteos descremados o al 1%.
4. Limita la cantidad de alimentos procesados y fritos.
5. Reduce la cantidad de galletas dulces y saladas.
6. Come alimentos ricos en fibra soluble como avena, lentejas, frijoles, habichuelas, cereales, arroz integral.