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  Son múltiples los beneficios: desarrollo físico y cognitivo, buenos hábitos, prevención de enfermedades, etc 

Aprender a comer saludable desde la primera infancia es esencial para el crecimiento y desarrollo de los niños. Primero porque es la hoja de ruta que le dará a tu hijo las herramientas para adquirir hábitos saludables, y segundo, porque lo protegerá de enfermedades futuras.

Si recordamos, alguna vez hemos oído estas frases de nuestros padres, abuelos o cuidadores: “Si te portas bien, te compro un helado”, “pasaste el año, vamos a celebrar comiendo hamburguesa con papas fritas”.

Y así crecemos, pensando que estos alimentos, cargados de grasa saturada y exceso de azúcar, son normales y buenos para nuestra salud, pero, sin saberlo, tienen una gran influencia negativa y juegan un papel determinante sobre la posibilidad de desarrollar enfermedades como hipertensión arterial, diabetes, obesidad y enfermedades cardiovasculares.

Para el doctor Luis Moya Jiménez, cardiólogo y autor del libro ‘Consejos para controlar la hipertensión dice que “los problemas de sobrepeso en la población infantil, persiste a lo largo de la vida y los niños obesos tienen un riesgo cuatro veces superior de convertirse en hipertensos en la edad adulta. Esas malas costumbres alimenticias las vamos incrementado con los años, una prueba de ello es la falta de tiempo para alimentarnos a conciencia”.

Según la Organización Mundial de la Salud hasta los seis meses de edad se debe dar leche materna y después iniciar con la alimentación complementaria variada en grupos de alimentos.

Beneficios de aprender a comer adecuadamente:

  1.  Desarrollo físico y cognitivo:

Durante los primeros años de vida, el cuerpo y el cerebro de un niño están en pleno crecimiento y desarrollo. Aprender a comer adecuadamente desde temprana edad asegura que los niños reciban los nutrientes necesarios para desarrollar huesos fuertes, músculos sanos y un sistema inmunológico fuerte.

  1. Hábitos alimenticios:

Si un niño se acostumbra a una dieta equilibrada y variada desde una edad temprana es más probable que mantenga esos hábitos saludables a medida que crece. Esto reduce el riesgo de padecer enfermedades relacionadas con la alimentación como la obesidad y las enfermedades cardiovasculares en la edad adulta.

  1. Prevención de enfermedades crónicas:

Una alimentación saludable en la infancia puede ayudar a prevenir una serie de enfermedades crónicas en la edad adulta, como la diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer. Los niños que consumen una dieta rica en frutas, verduras, granos enteros y proteínas tienen menos posibilidades de desarrollar factores de riesgo asociados a estas enfermedades.

  1. Educación nutricional

Aprender a comer no solo implica proporcionar alimentos saludables, sino también educar a los niños sobre la importancia de la nutrición. Los niños pueden aprender sobre los diferentes grupos de alimentos, sus beneficios para la salud y cómo tomar decisiones informadas sobre lo que comen. Esta educación nutricional les proporciona las herramientas necesarias para tomar decisiones saludables a lo largo de sus vidas.

 

  1. Hábitos sociales y emocionales:

Enseñar a los niños a comer en familia, a compartir con los amigos y a disfrutar de la variedad de sabores y texturas en los alimentos ayuda a desarrollar hábitos sociales y emocionales saludables. Además, puede contribuir a una relación positiva con la comida y prevenir trastornos alimenticios en el futuro.