Fuente: Cromos.
Son cuatro prácticas sencillas para mantener nuestro músculo sano. El doctor Luis Moya Jiménez, presidente de Liga Contra el Infarto y la Hipertensión, te informa cuáles son.
Casi 20 millones de personas mueren al año en el mundo por estas enfermedades, y más del 60% de estas se podrían evitar. Esta cifra, que debería ser alarmante porque está muy por encima de otras patologías o causas de muerte, representa o simboliza la enorme frustración que tienen los cardiólogos: ver cómo día a día aumenta el número de muertes por enfermedades cardiacas que se pueden prevenir.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud se espera un incremento de 30 millones de muertes anuales por las enfermedades cardiovasculares para 2030.
El doctor Moya recalca que es importante reconocer la labor del corazón. Es un órgano que trabaja permanentemente bombeando cinco litros de sangre por minuto, o el equivalente a 8.000 litros al día sin parar un minuto, desde antes del nacimiento y hasta nuestro último suspiro de muerte. Lo mínimo que merece es que cada uno sea responsable de él, que reconozcamos sin importar la edad que tenemos que facilitar su trabajo y así bajar el riesgo de muerte o complicaciones mayores que nos limitan una vida normal.
Desde la Liga entregan cuatro consejos básicos: cuidar la dieta, practicar actividad física, no fumar y acudir al médico cuando sea preciso y preventivo. Así de simple. Estas son las cuatro grandes recomendaciones que acordaron en 2004 y que no ha cambiado la Asociación Americana del Corazón, la Asociación Americana de Diabetes y la Sociedad Americana de Cáncer
Solo hay tres factores que no son modificables: los antecedentes familiares, la edad y el género (el hombre es de más riesgo); y el resto son todos fácilmente controlables (hipertensión, diabetes, colesterol, sedentarismo, obesidad y sobrepeso, tabaquismo, estrés y frecuencia cardiaca).
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“Es responsabilidad de cada uno. No es el médico, no es la EPS, no es el sistema de salud, es usted el responsable de su corazón. Sabemos que esta enfermedad es una verdadera epidemia de aterosclerosis, pero lo que no es perdonable es que sea una pandemia de ignorancia”, puntualiza el doctor Moya.