El trasplante de corazón se realiza en personas con una insuficiencia cardiaca severa y que no tienen más opciones terapéuticas.

La mayoría de los trasplantes de corazón se realizan en personas que padecen una enfermedad terminal del corazón. Un ejemplo de ello es si el paciente no tiene expectativa de vida porque ha sufrido una falla cardíaca, es decir que su corazón se volvió menos eficiente en su función de bombear sangre por todo el cuerpo, y que no tiene una respuesta positiva a ningún tratamiento.

Algunas de las causas de la falla cardíaca son el infarto y cardiomiopatía, pero el trasplante de corazón también se realiza en personas que sufran de una enfermedad congénita del corazón o valvulopatía.

No obstante, no todas las personas son idóneas para realizarse un trasplante y, sobre todo, no son muchos los donantes.

Antes de someterse a un trasplante, es normal sentir temor. Y si bien es una cirugía mayor, la técnica a avanzado tanto en los últimos años que hoy en día es un procedimiento de rutina.

Consiste en la sustitución del corazón que presenta una enfermedad terminal por el corazón sano que ha sido donado por una persona que generalmente tiene muerte cerebral pero mantiene sus funciones básicas porque, así presenta ausencia de respiración espontánea, está conectado a un respirador.

El médico realiza una incisión en la zona del esternón para llegar al corazón. Las grandes válvulas del corazón son conectadas a un bypass cardíaco y pulmonar para mantener el flujo de la sangre por el cuerpo y al cerebro.

El corazón enfermo es sacado y reemplazado por el sano, que es suturado en el lugar adecuado. Luego, el bypass cardíaco y pulmonar es retirado y el nuevo corazón empieza a funcionar.

En primer lugar, el riesgo de mayor cuidado es el de las infecciones. Además, el trasplante, por ser un procedimiento tan invasivo, tiene ciertos riesgos. En primer lugar, al introducir un órgano ajeno al cuerpo se produce una reacción defensiva que puede terminar por destruir el nuevo corazón.

Esto ocurre sobre todo en los primeros meses, mientras el cuerpo se acostumbra. Por eso el paciente debe tomar diferentes medicamentos para disminuir la respuesta defensiva del cuerpo.

Los medicamentos pueden tener varios efectos negativos en el cuerpo. Puede aumentar el riesgo de cáncer, y pueden producir hipertensión arterial, e insuficiencia renal o hepática.

A pesar de que los posibles riesgos puedan parecer alarmantes y causar preocupación, el éxito del trasplante es realmente lo común en casi todos los pacientes. Además, asegura una calidad de vida de hasta 10 años.